Con este blog se pretende tener un contacto sincero con Dios y los hermanos. Daros puntos de reflexión, oración e información. Un vehículo humilde de extensión de nuestra fe, a la vez que un modo de conocernos mejor y acercar nuestras parroquias a vuestros hogares, a vuestra vida. Este blog interparroquial está abierto a todos vosotros, con el único fin de crecer en el seguimiento de Jesús.

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Viernes Santo. La Pasión de Jesús

Hoy es el día más Santo del año: Jesús murió y dio su vida por amor y fidelidad al encargo del Padre. Tal día como hoy, cerca de las tres de la tarde, cambió el rumbo de la historia y quedaba al descubierto para siempre el verdadero rostro de Dios, un Dios solidario, que se manifiesta en la debilidad del crucificado. Dejarse clavar en la cruz, dar lo que le queda en la cruz, perdonar en la cruz, orar en la cruz, experimentar como la vida se apaga en la cruz, y es que en la cruz Jesús se hace un gran grito. Y en la cruz entrega su espíritu. Porque vivió así, murió así. Esta es la hora de Jesús. Este es el momento de realizar todo cuanto en su Evangelio había proclamado.

El Viernes Santo presenta el drama inmenso de la muerte de Cristo en el Calvario. La cruz erguida sobre el mundo sigue en pie como signo de salvación y de esperanza. Con la Pasión de Jesús contemplamos el misterio del Crucificado, con el corazón del discípulo Amado, de la Madre, del soldado que le traspasó el costado. Hoy no se celebra la Eucaristía en todo el mundo. El altar luce sin mantel, sin cruz, sin velas ni adornos. Recordamos la muerte de Jesús. Los ministros se postran en el suelo ante el altar al comienzo de la ceremonia. Son la imagen de la humanidad hundida y oprimida, y al tiempo penitente que implora perdón por sus pecados. Van vestidos de rojo, el color de los mártires: de Jesús, el primer testigo del amor del Padre y de todos aquellos que, como él, dieron y siguen dando su vida por proclamar la liberación que Dios nos ofrece.

La muerte es el acto definitivo del hombre que le enfrenta con su propio destino, le hace tomar una opción fundamental, acentúa la soledad del individuo, cuestiona el futuro y la esperanza. Ante su muerte, el ser humano se encuentra desamparado, abandonado. El grito humano que se resiste a morir no recibe por parte de Dios otra respuesta que el silencio; “¿Por qué me has abandonado?” Hoy, aquí, acompañamos a Jesús en su camino hacia la Cruz. Un símbolo que nos tiene que hacer pensar en un amor tan grande, que lleva a Jesús a entregar su vida por la salvación de aquellos que le condenaron. Como los apóstoles y los discípulos, somos débiles y pecadores. Pero como ellos nosotros creemos que de aquella Cruz, de aquel fracaso vivido con tanto amor, nace la vida. La única y verdadera vida. 


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